Régimen Abierto

Antonio Avendaño

¿Coincidirán generales y andaluzas en 2026?

El socialismo andaluz no sueña con vencer a Moreno el año que viene: se conforma con no perder tan estrepitosamente como lo hizo en 2022

Mal día para dejar de fumar, aventurábamos socarrones dos semanas atrás en estas mismas páginas aludiendo al jueves azul oscuro casi negro que se abatió sobre Pedro Sánchez al coincidir en aquel aciago 27 de noviembre la derrota en el Congreso a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado y la entrada en prisión del exministro de Fomento, ex secretario de Organización del PSOE, ex mano derecha de Sánchez y expichabrava nacional José Luis Ábalos.

En solo dos semanas se han acumulado los motivos del presidente para no dejar por ahora el tabaco. Las detenciones por corrupción de la turbia militante Leire Pérez y del expresidente de la SEPI Vicente Fernández, hombre cercano políticamente a la ministra y líder socialista andaluza María Jesús Montero; las revelaciones periodísticas sobre el benéfico trato dado por Ferraz al rijoso Francisco Salazar, hombre de confianza del presidente, sobre el que pesan poderosos indicios de un comportamiento infame con las mujeres que trabajaban a sus órdenes en la Moncloa; la dimisión del presidente de la Diputación de Orense también acusado de acoso sexual; la sentencia del Supremo detallando unas razones para condenar al Fiscal General que demasiada gente muy entendida en derecho no entiende…



Recuerda la situación actual de la desventurada dirección socialista aquella escena de ‘El jovencito Frankenstein’ en que este y su criado Igor están cavando esforzadamente una tumba en una desapacible noche de invierno, cuando Igor intenta consolar a su amo comentando de pasada que la noche es mala, ciertamente, pero que sería mucho peor si lloviera: por supuesto, un segundo después el cielo descarga una lluvia torrencial. Nadie en Moncloa ni Ferraz se atreve hoy a decir: presidente, sería peor si nos encarcelaran a otro ministro, porque igual acaba pasando.

¿Para cuándo una Unidad de Asuntos Internos?

El Partido Socialista y la propia Moncloa necesitan montar con urgencia una Unidad de Asuntos Internos digna de tal nombre, como tienen los departamentos de policía de todo el mundo: si entre los policías que persiguen a los malos no faltan tentaciones para pasarse al lado oscuro del crimen, entre los políticos que administran cientos de millones de euros sobran las ocasiones de meter la mano en la caja. En Ferraz se justificarán diciendo que el partido ya dispone de un canal interno donde recoger e investigar las denuncias de acoso sexual: pero en eso ha consistido justamente el escándalo de estos días, en que hemos sabido que el canal no funcionaba. 

En el ecosistema socialista la pregunta ya no es si las elecciones serán en 2027 sino en qué fecha de 2026 tendrán lugar. No parece posible que Pedro Sánchez aguante hasta el verano de 2027, que es cuando tocan, ni que los alcaldes y presidentes autonómicos socialistas le den facilidades para que lo haga: en 2023 los líderes locales y territoriales socialistas pagaron a muy alto precio platos que no habían roto ellos sino el Gobierno central, y no estarán dispuestos a pagarlos una vez más. 

La militancia más ferviente todavía sueña con el arma secreta y maravillosa con la que milagrosamente Sánchez derrotará sus enemigos, pero hoy por hoy tal arma no existe. La convocatoria sorpresiva de las generales tras el batacazo de las municipales y autonómicas de mayo de 2023 fue una jugada maestra, un movimiento audaz que descolocó sus adversarios, pero las jugadas maestras suelen funcionar solo una vez. Las encuestas coinciden en los malos augurios para Sánchez y los suyos: según la de hace unos días de 40DB para El País, si las elecciones se celebrasen hoy la derecha y la extrema derecha obtendrían el 48,4% de los votos (el 50,7% si se añade el SALF de Alvise), mientras que la izquierda sumaría apenas el 37,2%, es decir, hasta 13,5 puntos menos. En Andalucía, las cosas no están mejor para la izquierda: el PP anda por el 40 por ciento, el PSOE no llega al 24, Vox ya roza el 16 y Por Andalucía y Adelante Andalucía se reparten las migajas restantes mientras comparten podio de Pureza Ideológica.

Mejor juntas que separadas

En Andalucía, la opción que más gusta a nombres de relevancia en la nomenclatura orgánica y municipal del Partido Socialista –con quienes ha conversado este cronista– es la coincidencia de las generales con las autonómicas que Juan Manuel Moreno Bonilla convocará en la primavera de 2026, que es cuando vence su mandato. Tampoco esconden esos dirigentes sus dudas sobre el formato de liderazgo a distancia que ejerce María Jesús Montero, ideado por Pedro Sánchez y replicado en Madrid, Aragón o Valencia, donde ministros del Gobierno son los líderes territoriales del partido pero sin dejar de ser ministros. Se diría que en la Moncloa le otorgan a la condición de ministro una trascendencia electoral que seguramente está muy lejos de tener. La coincidencia de generales y autonómicas favorecería la participación de los votantes de izquierdas, al menos en teoría y siempre que para entonces las siglas socialistas no se hayan devaluado todavía más.

El socialismo andaluz no sueña con ganar en 2026: se conforma con no perder tan estrepitosamente como perdió en 2022, con Juan Espadas al frente. Espadas ganó las primarias frente a Susana Díaz, pero todo el mundo –salvo quizá él mismo– era consciente de que debía su cargo y su victoria a Pedro Sánchez. También María Jesús Montero le debe su cargo de secretaria general del PSOE andaluz a Sánchez, aunque es cierto que su designación sí contaba con el respaldo –desesperadamente– unánime de dirigentes y militantes: Espadas ganó compitiendo en primarias, pero su victoria estaba trucada; Montero no ha necesitado competir, pero también ella es un melón sin catar como comandante en jefe de unos ejércitos que acudirán a la gran batalla con las fuerzas y la moral de combate muy mermados. Malos tiempos para dejar de fumar.