Invertir en educación es invertir en futuro, una ecuación demostrable. Y, si algo necesita Jaén es un futuro más esperanzador, sostenible y despejado de incertidumbres. El actual reto demográfico (bajada de población, envejecimiento medio de la misma, emigración de jóvenes talentos, bajada de natalidad, etc…) es un órdago que amenaza el desarrollo normal de la provincia.
Invertir en una educación de calidad no es un gasto sino la mejor inversión. Lo confirman los países que han logrado mayores índices de desarrollo humano (IDH). Lo demostró también el premio Nóbel de Economía (2000) James Heckman, que calculó que cada dólar invertido en Educación Infantil de calidad producía un retorno a la sociedad de entre 4 y 7 dólares. Lo siguen demostrando los estudios, investigaciones y entornos productivos de las universidades más potentes del mundo, aquellas que apostaron por la llamada Economía del Conocimiento (Término acuñado por el Premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz en su libro “Sociedad del Aprendizaje”).
El futuro de Jaén requiere, al menos, de la fortaleza de tres pilares básicos, como el equilibrio de una mesa de tres patas que debiera crecer en progresión paralela:
· Mayor inversión en la calidad de la Educación desde la Escuela a la Universidad, fruto y semilla de nuevos conocimientos, estimulados por una Cultura activa.
· Apoyo a las empresas, especialmente a las innovadoras y tecnológicas (incluido el necesario ecosistema Cetedex).
· Reorientación inteligente del cultivo sostenible del olivar, de la producción de aceite de calidad y de su adecuada comercialización.
Esos tres pilares se retroalimentan si hay cooperación entre ellos, si se aumenta la investigación aplicada y se gestiona la formación del talento. Tres pilares y tres líneas de acción intangibles que acrecientan el capital humano y social. Un capital de la inteligencia que se generan —fundamentalmente– en el entorno de la Universidad de Jaén. Por el contrario, si se reduce la financiación de la misma, en vez de aumentarla; si se le priva de nuevos grados ligados a la economía del conocimiento, se cercena su futuro y el de la provincia.
La UJA ha demostrado que, pese a ser una universidad joven, está bien situada en los rankings internacionales. Pero no es suficiente, necesitamos más inversión para no retroceder y para seguir avanzando. En entornos muy competitivos es imprescindible generar talento y retenerlo (¿quién no conoce a hijos de amigos o propios, formados en Jaén que son contratados por empresas europeas o americanas por su gran nivel?). De aquí que los jiennenses necesitamos también conocer y apoyar a las empresas avanzadas de nuestra provincia que crean valor y lo exportan a nivel global desde aquí. Me consta —como vocal de educación de la Asociación PROA de empresarios y profesionales– que algunas de nuestras empresas más tecnológicas ofrecen puestos cualificados para emplear a egresados de la UJA y recuperar a jóvenes que están fuera.
Es fundamental que, frente al reto demográfico, los jiennenses estemos con la Universidad de Jaén, (no solo por ella, sino también por nuestros hijos y nietos), para potenciar su papel de motor y hélice de la economía provincial. Por eso, tengámoslo claro, la UJA NO SE TOCA.