Dicen que las redes sociales son el nuevo bar del pueblo, pero incluso en el bar del pueblo hay cosas que uno no debería cantar, y mucho menos si lleva una banda invisible llamada “cargo público”. En Martos, sin embargo, alguien decidió que TikTok era el escenario ideal para rescatar cánticos machistas, casposos y con aroma a siglo pasado, demostrando que no todo lo viral es moderno… ni inteligente.
El vídeo duró poco. No porque fuese breve, sino porque la paciencia colectiva fue aún más corta.
Y aquí empieza lo verdaderamente interesante del asunto. Mientras algunos todavía intentaban entender qué acababan de ver, el PSOE reaccionó con una rapidez digna de cronómetro olímpico. Expediente abierto, mensaje claro y distancia inmediata. Nada de silencios estratégicos, ni de “estamos analizando la situación”, ni de manuales empolvados de excusas. Acción directa.
El alcalde de Martos, Emilio Torres, por su parte, no se quedó esperando a que el algoritmo decidiera el destino político del asunto. Retirada de competencias, petición clara de responsabilidades y un mensaje implícito pero contundente: esto no representa a este Ayuntamiento ni a este pueblo. Una respuesta sobria, firme y, sobre todo, oportuna. Que en política, como en la vida, llegar tarde suele ser peor que no llegar.
Porque conviene dejar algo muy claro: el vídeo no define a Martos. No lo hace ahora, ni lo hará nunca. Martos es un municipio que ha demostrado en más de una ocasión que cuando ocurre algo grave, la reacción no es la burla ni la complicidad, sino el respeto y la solidaridad. Basta recordar cómo la ciudadanía se ha movilizado en el pasado ante episodios de violencia machista, llenando plazas en silencio, con dignidad y con un mensaje rotundo de rechazo. Sin likes. Sin música de fondo. Con conciencia.
Por eso, mientras un concejal confundía representación pública con karaoke irresponsable, el pueblo de Martos y sus instituciones hicieron justo lo contrario: reaccionar con lógica, con valores y con elegancia. Que no es poca cosa en tiempos de ruido.
Quizá la lección sea sencilla: los cargos pasan, los vídeos se borran, pero la identidad de un pueblo se demuestra cuando toca elegir entre el espectáculo y el respeto.
Y Martos, y su acalde una vez más, eligió bien.
Manuel Palomo
Palomos de papelMartos, tolerancia cero
Mientras un concejal confundía representación pública con karaoke irresponsable, Martos y sus instituciones hicieron lo contrario: reaccionar con valores