La tirilla

Santiago Donaire

El odio que no cesa

Que los represaliados por el franquismo permanezcan aún en fosas comunes tiene mucho que ver con la falta de decisión y valentía política de los demócratas

Dedicamos los 1 de noviembre a visitar y honrar a nuestros difuntos, los demócratas en ese día además de a nuestros familiares homenajeamos a los asesinados por el Estado durante la dictadura franquista y así lo llevamos haciendo muchos años. En un momento donde se aprecia una derechización política a nivel mundial, aumentan las críticas a estos homenajes y a las exhumaciones que se realizan con cargo a fondos públicos, decir críticas es una apreciación generosa pues la mayoría son expresiones de odio y confrontación, “dejar a los muertos en paz” o que los “presupuestos deben ir a otros fines” sería lo menos ofensivo, el resto me resisto a reproducirlo. Me temo que en el pack de odio no solo va dirigido a los que queremos dignificar a los represaliados, también incluyen a emigrantes, pobres, homosexuales, ateos, musulmanes, feministas, independentistas y en general a quienes no comulgan con sus ideas, cosas del fascismo que no muere.

Franco al principio de la dictadura, un tirano de pacotilla que gobernó España durante 40 años, fue mediocre en todo excepto en su crueldad, cuando más carencias había en el país, exhumó a los derechistas asesinados durante la contienda, a los asesinados en los llamados trenes de la muerte o en las represalias por los bombardeos de Jaén, lo hizo con forenses del estado, fueron traídos a Jaén con todos los honores y boato posible, para enterrarlos, la mayoría en la Catedral de Jaén,  donde se habilitó con dinero público un lugar lujoso, la Cripta del Sagrario, para que los familiares pudieran honrar a sus muertos. Mientras tanto se asesinaban republicanos, a pesar de haber prometido la paz una vez terminada la guerra (la paz de los cementerios,) eran enterrados en fosas comunes, sin lápidas que los identificara, amontonados entre cal viva.



Fueron enterrados fuera del cementerio católico en el lugar llamado “corralillo de los ahorcados”, reservado entonces  para los no católicos, suicidas, niños sin bautizar y desde 1939 también para los rojos ejecutados, acéptese rojos como todos los no adeptos al régimen del general Franco: izquierdistas, republicanos, demócratas en general,  también homosexuales, masones, independistas, incluso en el país vasco algunas decenas de curas. Todos ellos condenados a muerte y al infierno eterno por la pantomima de juicios sumarísimos con jueces golpistas, sin posibilidad de defensa, fusilados por funcionarios públicos con armas y balas compradas por los presupuestos generales del Estado.

Que los represaliados por el franquismo permanezcan aún en fosas comunes tiene mucho que ver con la falta de decisión y valentía política por parte de los demócratas de este país, no puede ser que después de 50 años permanezcan allí aún a pesar de haber gobernado años el gobierno en España, la Junta o la Diputación provincial, quizás mucho, demasiado miedo creado alrededor de una Transición que amnistió a golpistas y asesinos e incluso los sentó a dirigir Tribunales de máximo rango. Pero se acabó, no queremos mirar para atrás, por fin tocó, deben sacarlos a todos y todas, entregados a sus familiares (de lo que hicieron con las familias hablaremos otro día) y dignificar su memoria. Buscar a tus muertos no es abrir viejas heridas es simplemente un acto de justicia.

Permitirme acabar con una frase del fiscal argentino Julio Strassera: "La paz no se basa en el olvido, sino en la memoria, no en la violencia, sino en la justicia"

Salud.