Si dejamos aparte “esa cantante catalana de la que usted me habla” una de la comidilla de estas semanas ha sido el retorno de Frankenstein a la palestra gracias a la película de Guillermo del Toro.
No he visto (aún) la película pero por las críticas (que las hay de todo tipo) saco la conclusión de que poca gente conoce la materia prima...es decir el “Frankenstein” de Mary Shelley. Primero el mayor error de bulto: Frankenstein es el científico creador del monstruo a partir de retales de cadáveres por lo que cuando se dice “monstruo de Frankenstein” el complemento nominal “de Frankenstein” significa posesión como “el niño de Juan”. La maravillosa versión de James Whale no es fiel al original ni falta que le hace para ser una gran película con imágenes de las más bellas que ha dado el cine y esa potencia hizo que la versión suplantara al original en el imaginario colectivo. De una criatura sin nombre con extensos parlamentos existencialistas pasamos al Frankenstein de Boris Karloff con su cabeza de prisma rectangular, tornillos en el cuello de los que siempre me he preguntado por su función, torpe andar y aún más torpe entendimiento y una piel verde que no sé de dónde salió pues tanto “Frankenstein” como “La novia de Frankestein” (también de Whale) son en blanco y negro. Por otro lado la autora apenas da detalles sobre la creación de la criatura, toda esa imaginería eléctrica de rayos, centellas, palancas, bobinas, ánodos y cátodos gigantes son de cosecha del propio Whale (Mary Shelley sólo hace referencia y una vez a “una maquinaria”).El desconocimiento es tal que algunos piensan que el situar parte de la acción en el Ártico es idea del director mejicano cuando es el escenario de inicio de la novela original ( uno de los mejores dicho sea de paso de la literatura) . De hecho este pasaje influyó mucho en la parte final de “La aventura de Arthur Gordon Pym” de Poe y “En las montañas de la locura” de Lovecraft. En todo caso bienvenida sea la nueva adaptación si hace que el público se acerque a la obra original. Y a las circunstancias de su alumbramiento: una año sin verano; una villa cerca del lago Leman; una mujer cultivada, dos poetas y un médico; un reto y a la postre dos mitos. Frankenstein pero también el precursor de Dracula, “El vampiro” de Polidori.
Carlos Oya
La chapaCuestiones equívocas sobre Frankenstein
Una de la comidilla de estas semanas ha sido el retorno de Frankenstein a la palestra gracias a la película de Guillermo del Toro